Un jugador expulsado del campo mediante una tarjeta roja directa será sancionado con uno o más partidos, e incluso podría ser eliminado del torneo si así lo determina el Comité de Competición.
En el transcurso del torneo, un jugador que acumule tres tarjetas amarillas será suspendido para el siguiente encuentro. Estas tarjetas se suman a lo largo del torneo y no se anulan en las fases posteriores. Solo en la final se exime al jugador de cumplir la suspensión por acumulación de tarjetas amarillas. Sin embargo, la tarjeta roja directa siempre acarreará una sanción, incluso en cualquier final.
Si un jugador recibe una suspensión de uno o varios partidos, no podrá participar en ningún encuentro de ninguna categoría hasta cumplir con la sanción en la categoría en la que esté registrado. Esta norma se aplica incluso si la falta disciplinaria ocurrió en un partido de una categoría diferente a la inscripción del jugador. Cualquier equipo que demuestre una actitud violenta durante el torneo, como protestas hacia las decisiones arbitrales, conflictos con los responsables de los equipos o, especialmente, con los miembros de la organización, será expulsado automáticamente de la competencia. Los casos graves de expulsión serán remitidos a la Federación Nacional del país del jugador. Si se observa una conducta violenta por parte de jugadores federados a la Federación Catalana de Fútbol, ​​se informará a esta federación, proporcionando los nombres completos de los implicados. La federación y su órgano disciplinario podrán imponer sanciones disciplinarias.
La organización llevará a cabo inspecciones de los vestuarios antes y después de cada partido, con la presencia de un responsable del equipo, para asegurar su correcto uso. En caso de daños en banquillos, vestuarios o terrenos de juego, la persona responsable de estos desperfectos o daños será considerada responsable y deberá responder por ellos.